Creado en 1973, el astillero Oyster Yachts está especializado en veleros con posibilidades oceánicas, con modelos de 56, 67, 74 y 88 pies de eslora, a cuya gama que se ha unido el nuevo 59 pies, que se convierte en el benjamín de la marca inglesa.
El Oyster 495, diseñado por el reputado gabinete Humphreys Yacht Design, ofrece un diseño moderno adaptado al ADN del astillero, combinando su buen comportamiento navegación, alta calidad de construcción y una vida a bordo cómoda. Todo ello refrendado en este nuevo modelo, que le ha hecho merecer su candidatura al mejor barco europeo del año.
La cubierta con bañera central destaca por sus líneas limpias, que además de beneficiar su estética favorecen la circulación de manera segura. Forrada en madera de teca, moverse es sencillo ante la falta de obstáculos, la amplitud de paso incluso entre los obenques y el mástil. De ahí hasta proa, podrá aprovecharse el gran espacio como solario ocasional fondeados o navegando en condiciones muy tranquilas.
La bañera cuenta con doble rueda y brazola de buena altura para apoyar la espalda al sentarnos en sus dos largos asientos. La cubierta de popa está completamente cerrada, y el espejo de popa dispone de una “piel” abatible con escalones para subir a bordo tras un chapuzón o embarcar desde un anexo.
El interior ofrece espacios muy amplios en la zona central de la cabina, donde se dispone un gran salón. Aprovechando parcialmente el lateral del tambucho de entrada, a babor se incluye una cocina bien distribuida, y a estribor, dejando paso hacia popa, un magnífico rincón del navegante, con mesa de cartas grande y suficientes espacios para estibar o instalar equipos de navegación electrónicos.
El Oyster 495 se propone con tres camarotes, destacando el de popa como estancia principal, dotada de una cabina de aseo integrada. En proa un gran triángulo por delante del salón ofrece un segundo camarote con cama doble, y otro lateral dispuesto a estribor equipado con dos literas individuales, idóneas para optimizar la anchura de la cabina. Este tercer acomodo está pensando tanto en invitados jóvenes, solteros o para posibles tripulantes profesionales. Enfrentado, en el costado de babor, encontramos una gran cabina de aseo, que dará servicio a ambos camarotes y a los invitados ocasionales, evitando así utilizar el aseo del camarote principal de popa.
Distintos ventanales y escotillas proporcionan buena iluminación natural, que de día amplifican más la sensación de amplitud, a la que sin duda contribuye su altura interior. Destacable la buena accesibilidad lateral o frontal al compartimento del motor, con espacio suficiente para trabajar en el propulsor, baterías, generador u otros equipos capaces de instalarse.
Si la vida a bordo del Oyster 495 es cómoda, su navegación no le va a la zaga. Fiel a su programa oceánico familiar propuesto no es un barco con mucha superficie vélica, pero si extremadamente fácil de maniobrarla. Cuenta de serie con una mayor enrollable en el mástil y un foque también enrollable, sistema que no evita la necesidad de mucha tripulación, condición ratificada por los winches eléctricos de escotas y piano.
Durante nuestra prueba en Port Ginesta sopló poco viento muy irregular y muy rolón. Empezamos con 4 nudos de viento izando un código cero, que nos permitió pasar superar 6 nudos de velocidad cuando Eolo se animó y soplaron rachas de 7 nudos. Manteniendo un interesante ángulo de 70 grados, respondía al timón fino como la seda desde cualquiera de sus dos ruedas de gobierno. Al poco, cambiamos la vela de proa por el foque para navegarlo en ceñida de regreso a puerto. Su comportamiento impecable, las bordadas con su sistema autovirante un juego de niños. El viento refrescó unos momentos hasta 10-11 nudos, momentos en los que el Oyster se sacudió las legañas y avisaba de su potencial, que sin duda comienza cuando el anemómetro empiece a registrar 14-15. A motor, con un régimen de 2.300 rpm, un 70 % de su giro máximo, el barco navegó a 8 nudos, y a unas muy conservadoras 2.000 vueltas algo por encima de 7 nudos.
El astillero inglés supera con nota alta la propuesta en su 50 pies, de un programa familiar, fácil de maniobrarlo, dócil al timón, muy buen comportamiento y cómodo en todas sus facetas. No me parece incompatible su uso más mediterráneo de calas y pocas millas, con su ADN más oceánico intrínseco de los Oyster. Acaso una buena opción para apuntarse al próximo Rally Oyster, que durante16 meses navega 27.000 millas para dar la vuelta al mundo, como están haciendo en la actual edición 25 participantes.